Por mucho que especulemos nunca sabremos a ciencia cierta qué ocurrió entre Beyoncé y Jay Z realmente. Básicamente porque la pareja más allá de en sus respectivos álbumes, ‘Lemonade’ y ‘4:44’, no ha hablado mucho públicamente sobre las supuestas cornamentas. ¿Ficción musical? ¿Una estrategia mercadotécnica que poco tiene que envidiar a lo que hacen diariamente los guionistas de ´Sálvame’? Quizás ambas cosas y algunas más que se nos escapan, pero lo que anoche pudo verse en el Estadi Olímpic Lluís Companys de Barcelona en la única parada española del ‘On the Run Tour II’ fue la constatación definitiva de que ellos, y sólo ellos, son quienes realmente marcan el actual estándar de lo que es un espectáculo apabullante para las masas.
Aún tenemos fresco en la memoria aquel ‘The Formation World Tour’ con el que hace dos años Beyoncé debutó en los grandes estadios, un hábitat que de aquí en adelante parece que va a ser la tónica para ella. Aquel gigantesco cubo es prácticamente imposible de superar, pero lo de anoche por momentos se le acercó gracias a una puesta en escena megalómana que recicló las mejores bazas tanto de aquella gira como del primer ‘On the Run Tour’ de 2014 y el reciente paso de la ex Destiny’s Child por Coachella. Pero vayamos por partes.
Técnicamente hubo un sold out (o, al menos, lo parecía), pero no se engañen: el 95% de los ahí congregados iban única y exclusivamente a ver a Beyoncé, relegando a su marido a la categoría de artista invitado para que nos entendamos. No obstante, los haters del rapero tuvieron que tragarse sus palabras porque el estadounidense derrochó flow y carisma por todos sus poros y, aun partiendo con desventaja, salió más que victorioso gracias a unas celebradísimas ‘Fuckwithmeyouknowigotit’ y ‘Niggas in Paris’. Aunque quien esto escribe debe confesar que se queda con su interpretación de ‘The Story of O.J.’ mientras se proyectaba a lo grande el fabuloso vídeo animado creado por el propio Jay Z y Mark Romanek. Él, agradecido en todo momento, ni se podía creer que en un país tan ajeno a su trayectoria como el nuestro pudiese salir en volandas.
Beyoncé, por su parte, dio todo lo que se podía esperar de ella. Bien es cierto que quien la haya visto con anterioridad ya conoce de antemano todos sus trucos, porque los viene repitiendo hasta la saciedad desde hace años. Pero si algo funciona tan y tan bien, ¿para qué cambiarlo? Vocalmente estuvo magnífica (para muestra su sentida interpretación de ‘Resentment’), y con un simple movimiento de pelazo tenía a todo el mundo comiendo de su mano. Personalmente me da mucha rabia que buena parte de sus shows estén dominados por medleys en los que de un plumazo (al primer estribillo casi siempre) se quita de encima los singles de marras dejando cierta sensación de coitus interruptus. Pero la acción es tan trepidante a lo largo de las dos horas del show que, como antes dejaba caer, hasta no siendo fan de Jay Z muy pocas pegas se le pueden a esta gira.
Del ‘The Formation World Tour’ se ha rescatado muy acertadamente esa realización cinematográfica que, atendiendo exclusivamente a las pantallas, daba la sensación de estar viendo un videoclip rodado en tiempo real. Y lo que es mejor, ni se echó en falta el cubo gigantesco de aquella gira que ahora ha mutado en una enorme pantalla horizontal móvil desde la que se proyectaban diversos interludios a lo CinemaScope y visuales como los que en ’99 Problems’ mostraban a diversos famosos como David Bowie en sus respectivas fichas policiales. Aun estando en el gallinero, a cientos de metros del escenario, nadie podía perderse ni un detalle.
Del primer ‘On the Run Tour’ se calcó gran parte del setlist (sin ir más lejos, al final volvieron a reverenciar el ‘Forever Young’ de Alphaville como ya hicieran entonces, aunque esta vez aderezado con versos de ‘Perfect Duet’) y el planteamiento de irse turnando o cantar a dúo, aunque con muchísimo más presupuesto y con dos largas pasarelas que se podían haber aprovechado todavía más. Sorprendentemente, pese a su reciente publicación, no interpretaron ni un solo tema de ‘Everything Is Love’, por lo que muy probablemente estrenarán el álbum cuando la gira arranque en Estados Unidos en un par de semanas. Del espectáculo que Beyoncé ofreció en Coachella, por su parte, se ha tomado prestada la puesta en escena de la banda. Aun estando en un segundo plano detrás de la pareja fue de lo más efectivo que estuvieran situados en una especie de tablero en tres en raya que parecía un homenaje al ‘VIP Noche’ de Emilio Aragón.
Siempre se les puede tirar en cara que nos intenten vender por activa y por pasiva que se aman locamente y que lo suyo es amor verdadero después de haber estado sacando rédito económico de sus miserias en los últimos años. Pero dejando eso de lado hay algo incuestionable: lo de anoche fue un conciertazo con todas las letras. No supera al ‘The Formation World Tour’, por supuesto, pero poco tiene que envidiarle. 8,5.