Demi y Amy: Ninguna elegíos ser drogadictas.
Escrito por AbelitoMusic el julio 30, 2018
“Nunca la oyes hablar, solo habla contigo y nadie más / Nada puedes sufrir que ella no sepa solucionar”. Estas palabras que cantaba Antonio Vega podrían ser sobre esa pareja perfecta que te comprende como nadie, ese amor de tu vida que te hace sentir lo que nadie, ese apoyo infalible… y de hecho lo son. Solo que, como podéis imaginar, ese “amor” no es una persona. No me pusieron ‘Se dejaba llevar’ en Medicina cuando abordamos la drogadicción, pero hubiese tenido sentido, porque el tema es un gran ejemplo de lo fuerte que puede ser la relación de una persona adicta a una sustancia con esa sustancia; en este caso, la heroína. A la versionadísima (especialmente espectacular la de Manzanita) ‘Je l’aime a mourir’ de Francis Cabrel se le sacaba también esa interpretación (“y me cose unas alas y me ayuda a subir / a toda prisa, a toda prisa / la quiero a morir” decía en su versión castellanizada… rush, anyone?). Las drogas se clasifican en estimulantes, depresoras y alucinógenas -con el cannabis nadando en un limbo-, pero son las depresoras a las que estamos haciendo referencia, y ambas canciones sirven, como decimos, de ejemplos de lo bestias que pueden ser los efectos de estas drogas, y lo “bien” que pueden venirle esos efectos a alguien cuando siente que está absolutamente roto. O, mejor dicho, lo “bien” que esa persona cree que pueden venirle esos efectos y que, como cualquier adicción, es un parche. Un parche peligroso.
“Un momento de vulnerabilidad es todo lo que hace falta para recaer en tu adicción. (..) Y solo hace falta una recaída para morir.” Estas palabras son de Demi Lovato refiriéndose a la sobredodis de Cory Monteith, y en las últimas horas cobraron de nuevo relevancia tras el ingreso de la propia Demi en urgencias por una sobredosis de lo que parecía ser heroína (aunque una fuente que cita People niega que fuese esa sustancia). La intérprete de ‘Confident’ parece estar ya fuera de peligro, pero ni siquiera cuando pensábamos que se debatía entre la vida y la muerte cesaba un tipo concreto de comentarios en Twitter, en webs y en cualquier conversación: el tipo de comentarios que, ya sea a través del humor negro o de un explícito desprecio, usaban como argumento el “ella se lo ha buscado”, “ella lo ha elegido”, “no eliges tener una enfermedad mental pero esto sí” o la inevitable demagogia de “esto está quitando recursos y médicos que deberían tratar el cáncer y enfermedades reales”. Y ahí lo tenéis. Ésa es la clave: enfermedades “reales”. El CIE-10 (aún con sus carencias) considera dentro de las distintas patologías mentales los trastornos por consumo de sustancia, dedicándole todo el F10 (y el DSM-V hace lo propio en su clasificación). No se trata, claro, de que la etiqueta de enfermedad lleve a infantilizar a los adictos, puesto que eso tampoco les beneficia; se trata de tener un mayor conocimiento y saber cómo se puede ayudar, si es que se puede. Mucha gente dice que a ver, que en los 80 tiene un pase, pero, con la información que hay ahora sobre las drogas, ¡¿cómo es posible que la gente se drogue?!… y lo de la información juega un doble papel, porque podríamos decir que, con la información que hay ahora, ¿cómo es posible que la gente siga viendo la drogadicción más como una elección que como una patología? Pero así es.