Encuentran partículas contaminantes en la placenta de las embarazadas

Escrito por el septiembre 26, 2018

Feto.

Desde hace unos años, los científicos están dando la voz de alarma: la exposición de las embarazadas a la contaminación urbana –concretamente, al muy venenoso dióxido de nitrógeno (NO2) que sale de los tubos de escape– afecta al crecimiento de los fetos, tanto en lo referente a su tamaño físico como a su desarrollo mental y su función respiratoria. Ahora, un grupo de investigadores de Universidad Queen Mary, en Londres, ha dado un paso más allá al encontrar las partículas contaminantes en las placentas de las gestantes, procedentes de sus pulmones.

Los científicos examinaron las placentas de cinco mujeres embarazadas no fumadoras, que dieron a luz niños sanos mediante cesárea, aislando sus macrófagos, células del sistema defensivo humano que se encargan de ingerir y destruir bacterias patógenas, diversos detritus biológicos y compuestos procedentes del exterior potencialmente dañinos. El primer análisis al microscopio óptico detectó 72 partículas oscuras, similares al hollín, entre un total de 3.500 células. Y su forma, según comprobaron después con un microscopio electrónico, era muy semejante a la de otras partículas negruzcas halladas en los macrófagos de los pulmones de las personas expuestas a los humos de las ciudades.

Los científicos, que presentaron las conclusiones de su trabajo en un congreso internacional de la Sociedad Europea Respiratoria (ERS) celebrado en París, afirman que deben realizar más análisis para confirmar los datos y que no tienen constancia empírica de que las partículas nocivas alcancen el feto, aunque, como ha declarado al periódico británico The Guardian la doctora Norrice Liu, coautora del estudio, ”no hace falta que lleguen al cuerpo del niño para que tengan un impacto negativo; basta con que estén presentes en la placenta”.

Los malos humos hacen estragos

El descubrimiento supone una confirmación de lo que los expertos ya sospechaban, tanto indirectamente –por los efectos en el desarrollo y la salud de los fetos de madres que viven en urbes muy contaminadas– como por experimentos efectuados en animales de laboratorio. Según estos ensayos, las partículas tóxicas respiradas efectivamente llegaban a la placenta por el torrente sanguíneo.

El hallazgo de los científicos de la Universidad Queen Mary se une a otros recientes que alertan sobre la capacidad de penetración de los compuestos químicos que respiramos, más allá de los pulmones. Por ejemplo, en septiembre de 2016, investigadores también británicos, esta vez de la Universidad de Lancaster, encontraron pequeñas partículas de metal –nanoesferas de magnetita– en el tejido cerebral de habitantes de Mánchester y Ciudad de México, probablemente restos de polución atmosférica que penetran por el nervio olfativo. La presencia de estas nanopartículas podría incrementar el riesgo de padecer alzhéimer u otras enfermedades neurodegenerativas.

Según un estudio publicado este verano por la Escuela Nacional de Sanidad, 93.000 españoles perdieron la vida prematuramente a lo largo de la última década como consecuencia de la contaminación del aire, sobre todo por la inhalación del antes citado dióxido de nitrógeno.


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