Decenas de edificios colapsaron y la Secretaria de Gobernación declaró la Ciudad de México como zona de desastre, sin embargo, es en estos momentos en donde los mexicanos, levantamos la mano y aunque habitualmente solemos dejar la esperanza de construir un mejor país en manos políticos, de equipos deportivos o de triunfos ajenos, pero es imposible no conmocionarnos ante la solidaridad mostrada por la sociedad civil, y darnos cuenta de que tenemos todo, no solo para levantarnos de esta, sino también para construir el gran país que merecemos:
Al ver las cadenas humanas que se formaron en las inmediaciones de las estructuras colapsadas, en donde decenas de personas, pasaban mano a mano, piedras, cubetas y pedazos de escombro para liberar la zona afectada.
Al ver el incansable esfuerzo de brigadistas y voluntarios, quienes además se organizaban de manera implacable para guardar silencio y hacer el menor ruido posible, para poder escuchar a quienes estuvieran atrapados pidiendo ayuda.
A aquellos, que ante la saturación del transporte público, se detuvieron a dar aventón a desconocidos.
A las personas, que decidieron afrontar el miedo ayudando, abarrotando farmacias y tiendas de autoservicio para comprar víveres ya sea para alimentar a los voluntarios y brigadistas como para auxiliar a los damnificados.
A los restauranteros que prestaron sus instalaciones para que la gente pudiera preparar tortas y sandwiches para rescatistas y personas que pernoctaron en los refugios.
Y a todos aquellos que son capaces de valorar, hasta en una de las tragedias más terribles que nos han afectado en los últimos tiempos, la importancia de rescatar con vida a un perro.