La Barbie: ¿Instrumento de opresión de las niñas o influencia positiva?
Escrito por AbelitoMusic el abril 26, 2019
Barbie Millicent Roberts, de Wisconsin (Estados Unidos), ya tiene 60 años. Es un juguete; más bien, una muñeca. Aun así, hace tiempo que se convirtió en un auténtico fenómeno, en una figura icónica reconocida por millones de personas, niños y adultos, en todo el mundo. Es una de las principales opciones a la hora de hacerse con un juguete desde hace más de seis décadas, toda una hazaña sin precedentes para una muñeca en la industria juguetera.
Cuando Barbie nació, la mayoría de los juguetes dirigidos a las niñas eran muñecos bebés. Es decir, incitaban a la maternidad y la crianza y perpetuaban la idea de que el futuro de las chicas estaba en casa, cuidando del hogar y de los hijos. Así pues, Barbie nació del deseo de dar a las niñas algo más. Era una muñeca, sí, pero tenía su propia carrera como modelo. Que las chicas pudieran jugar con ella mientras se imaginaban a sí mismas en el futuro, fuera este como fuera, era la idea angular de la marca Barbie.
Sin embargo, ese “algo más” se ha quedado corto en la lucha por el empoderamiento de las mujeres si nos atenemos a los estándares actuales. Tanto es así que Barbie ha sido descrita como “un agente de la opresión de las mujeres”. Durante años se ha criticado el juego que consiste en imaginarse de mayor con una melena sedosa y brillante, un cuerpo esbelto, un armario lleno de ropa, un físico sexualizado y un primer amor perfecto (personalizado en el no menos perfecto Ken), ya que perpetúa un ideal diferente que se centra en la importancia del cuerpo y de la imagen, y puede acarrear consecuencias peligrosas para la salud tanto mental como física de las niñas.
La imagen ligada al cuerpo
Los juguetes, lejos de suponer un simple e inocente esparcimiento, tienen una influencia considerable en el desarrollo de los niños. A través de los juegos, los pequeños imitan las normas sociales y adoptan mensajes sutiles acerca de los roles de género; así, juguetes aparentemente inocuos pueden transmitir toda clase de estereotipos. Estudios realizados en la década de los treinta por Kenneth y Mamie Clark ya demostraban cómo las niñas racializadas preferían, con frecuencia, jugar con muñecas blancas en lugar de negras, ya que se consideraba que las primeras eran más bonitas. Esto no era más que el reflejo de la interiorización de este tipo de sentimientos como consecuencia del racismo.
La misma hipótesis (que las niñas que juegan con Barbie puedan interiorizar la irreal figura que la muñeca promociona de manera inocente) ha sido objeto de estudio. Lo que está claro es que los padres, en ocasiones, no son conscientes de los potenciales efectos que los juguetes a los que ellos mismos dan el visto bueno pueden generar en la autopercepción que tienen sus hijos.
En 2006, un grupo de investigadores británicos reveló unos resultados interesantes: al final del estudio, las niñas con edades comprendidas entre 5 años y medio y 7 años y medio que habían leído un libro con imágenes de Barbie manifestaron sentirse poco satisfechas con su cuerpo y tenían una baja autoestima; por el contrario, las niñas que leyeron la misma historia pero con imágenes de una muñeca Emme (una modelo con una figura más cercana a lo normal) o sin imágenes, no vieron afectada la percepción que tenían de ellas mismas.
Más preocupante es la uniformidad en los resultados del estudio de los grupos de niñas con edades comprendidas entre los 5 años y medio y los 8 años y medio, en el que todas las chicas manifestaron una mayor insatisfacción con su cuerpo. Diez años después, otra investigación reveló que la exposición a las Barbies derivó en una interiorización del ideal de belleza encarnado en un cuerpo delgado, afirmación que se sustenta en la reducción de las comidas por parte de las niñas tras someterse a las sucesivas pruebas.
La exposición a imágenes corporales insalubres, irreales e inalcanzables está asociada al riesgo de sufrir un desorden alimenticio. Es más, el aumento de los síntomas de trastornos alimenticios en las culturas orientales ha sido relacionado con su exposición a los ideales de belleza del mundo occidental. Las proporciones originales de Barbie le otorgaban un índice de masa corporal (IMC) tan bajo que, seguramente, no habría sido capaz de menstruar. Además, la probabilidad de que alguien tenga una forma corporal como la de la muñeca es de una entre 100.000 mujeres.
Un cambio de forma
La creciente concienciación acerca de las perturbadoras imágenes corporales y la presión cultural a la que son sometidas las niñas ha hecho que los padres comiencen a buscar juguetes más empoderantes para sus hijas. El fabricante de Barbie, Mattel, decidió mover ficha (posiblemente debido a la caída de ventas) y en 2016 sacó al mercado una nueva colección de Barbies con diferentes formas corporales, tallas, peinados y tonos de piel.
Esta novedad no estuvo exenta de críticas: los nombres de las muñecas, basados en las partes más características de sus cuerpos (con curvas, alta, pequeña, etc.), son cuestionables y, de nuevo, centran toda la atención en el cuerpo. Además, la Barbie curvy presenta unas caderas y muslos más anchos, pero sigue siendo muy delgada. A pesar de estos aspectos, las nuevas creaciones no dejan de ser un paso en la dirección correcta al permitir a las niñas jugar con muñecas que muestran una mayor diversidad.
Más que un cuerpo
Si de lo que tratase Barbie fuera de empoderar a las chicas para que sean lo que ellas quieran ser, entonces la marca ha intentado ir al compás de los tiempos al proveer a las niñas con herramientas significativas para experimentar con los roles. Barbie ya no es azafata de vuelo; ni siquiera cuando fue ascendida a pilota lució una femenina versión rosa del uniforme. No: la moderna Barbie pilota está vestida de manera apropiada y su compañero, un hombre, es el sobrecargo.
Cambios como estos tienen un gran impacto en la manera en que las chicas jóvenes perciben las posibilidades profesionales de las que gozarán, el potencial que poseen y los roles que podrán adquirir. La iniciativa de Mattel de homenajear a 20 mujeres, entre las que se incluye la tenista haitiano-japonesa Naomi Osaka (número uno mundial en la actualidad), con la creación de su propia muñeca, es un paso de gigante para que las niñas perciban a las mujeres empoderadas como modelos a seguir.
Los niños menos expuestos a estereotipos de género que juegan sin preocuparse por ellos tienen una mayor probabilidad de no verse influidos por los clichés y tienden a ser más creativos. Aun así, obviamente, la sociedad tiene que predicar con el ejemplo. Hace unas semanas la aerolínea Virgin Atlanticeliminaba el requisito por el cual las tripulantes femeninas en cabina debían llevar maquillaje, lo que hace pensar que los exigentes ideales de belleza podrían estar desapareciendo poco a poco. Sin embargo, en una cultura en la cual el envejecimiento constituye una presión añadida a la imagen de las mujeres, quizá Mattel debería pensar en aumentar la diversidad de sus muñecas introduciendo alguna de edad avanzada. En cualquier caso, feliz 60 cumpleaños a la Barbie de aspecto veinteañero.
Gemma Witcomb, Lecturer in Psychology, Loughborough University
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original. Foto: Shutterstock