Después está “Shiver”, otro corte que fue utilizado como sencillo y que desde el principio anuncia ese grito desesperado después de que alguien te rompe el corazón y ahora ni siquiera te hace caso. La peor parte es cuando Chris, con un grito casi desafinado de anhelo, termina con “Yeah I’ll always be waiting for you”. ¿Será? Tal vez en su momento sí, pero hoy, todos, todos los que nos desgarramos la voz cantando podemos decir que seguimos adelante y estamos bien.
“Spies”, la canción que comienza con una tenue melodía, más bien ambiental, que luego toma fuerza gracias a la batería y las guitarras. Esa voz tan dulce y al mismo tiempo poderosa de Martin te da un segundo golpe de realidad, más allá de “Don’t Panic”, cuando canta “We’re all fugitives. Look at the way we live. Down here I cannot sleep from fear… and if we don’t fight here, if we don’t fight now”. En los 2000, todo era paz, tranquilidad, los disturbios sociales no eran tan apabullantes como ahora pero, tal vez hoy, cuando escuchamos esta canción, podríamos sentirnos identificados y tener ese sentimiento de lucha desesperada para alcanzar algo mejor, para salir de esa rutina que nos consume todos los días.
“Sparks”, tal vez la canción más triste y depresiva de todo Parachutes que desde un inicio, con meras guitarras acústicas, Chris Martin se pregunta “‘¿Acaso yo te alejé?”. La única respuesta, la que todos podemos decir cuando no hay nada más que hacer para recuperar al ser amado: “Vi destellos”. Incluso hoy, mientras bebes un café o fumas un cigarrillo, ese canturreo de Martin te hará mover hasta la última fibra de tu ser.
Luego está “Yellow”, una de las canciones más populares de Coldplay que de hecho no está inspirada en su mamá o una novia que murió sino que tiene una historia muy distinta. Sin embargo, su significado o mejor dicho, su finalidad, es decirle al ser amado que “es feliz”, que la vida ahora es mejor porque está ahí. Sin necesidad de hacerlo más complejo, puede que “Yellow” sea el corte más feliz de todo el disco.
Hasta aquí llevamos más de la mitad del disco que de alguna u otra forma es lo más recordado y/o comentado. Sin embargo hay otras piezas de este rompecabezas melódico que son igual de importantes. Un ejemplo es “Trouble”, el reflejo de las habilidades de Chris no solo como compositor y cantante, sino también al tocar el piano mientras intenta disculparse por todo lo que hizo.
Ya en “Parachutes”, canción que da nombre al disco, todo es mucho más simple, más acústico y rápido pero igualmente importante. Es el preámbulo para “High Speed”, una de las canciones más armoniosas y pegajosas de Coldplay en este disco pero sobre todo, refleja que sí, todos vivimos a una gran velocidad y que estamos sumergidos en una burbuja que no nos deja ver qué más hay. Y ya que es inevitable, solo te queda cantar y dar el salto a “We Never Change”, que así como “Sparks” cumple su función de sumirte en la total melancolía y depresión porque su título es cierto, “jamás cambiamos”, tal vez modificamos algunas cosas con el tiempo, evolucionamos, pero la esencia se mantiene allí, latente.
Al último, como un corte esperanzador, como un “ok, ya hicimos nuestro trabajo de deprimirte y hacerte ver que el amor y el mundo son una porquería, ahora nos toca darte un poco de optimismo con ‘Everything’s Not Lost’”. ¿Lo lograron? Tal vez sí, desde los primeros sonidos del piano, la voz de Chris y al último el acorde de guitarra acompañado del bajo.
Tomando esto último puedo decir que para la gente, para mí, existen dos versiones de Coldplay: la primera que consiste en Parachutes y A Rush of Blood To The Head (2002),piezas musicales estupendas, bien hechas, bien producidas, bien compuestas y colocadas; luego está la segunda que para nuestra desgracia, es todo lo demás…