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El déficit calórico es una de las estrategias más recomendadas por profesionales de la nutrición para la pérdida de peso. Sin embargo, llevarlo a cabo de forma incorrecta puede tener consecuencias negativas en la salud. Por eso, expertos insisten en la importancia de aplicar esta técnica de forma gradual y supervisada.
Un déficit calórico consiste en consumir menos calorías de las que el cuerpo gasta en sus funciones diarias. Esta diferencia energética obliga al organismo a utilizar sus reservas, facilitando así la pérdida de grasa corporal.
Según la Academia de Nutrición y Dietética, el primer paso es calcular el gasto calórico total diario, que incluye el metabolismo basal (las calorías que el cuerpo necesita en reposo) y las que se consumen mediante la actividad física. Una vez determinado este número, se recomienda aplicar un déficit moderado, equivalente a un 10% o 20% del total. Por ejemplo, si una persona gasta 2,000 calorías al día, reducir entre 200 y 400 sería una forma segura de comenzar.
Además, los especialistas aconsejan mantener una alimentación balanceada, que incluya proteínas magras, carbohidratos complejos, grasas saludables, frutas y verduras. Este enfoque no solo favorece la pérdida de peso, sino que también garantiza una buena nutrición.