Seis años después de una de sus crisis diplomáticas más costosas, la NBA regresa esta semana al mercado chino, intentando recuperar el terreno perdido tras la ruptura provocada por un tuit que sacudió la relación con la segunda economía del mundo.
En 2019, un mensaje de Daryl Morey —entonces gerente general de los Houston Rockets— en apoyo a las protestas prodemocracia en Hong Kong (“Fight for Freedom, Stand with Hong Kong”) desencadenó una tormenta política que llevó a Pekín a suspender la retransmisión de los partidos de la liga estadounidense y congelar acuerdos comerciales valorados en cientos de millones de dólares.
La consecuencia fue inmediata: el básquetbol profesional estadounidense desapareció de las pantallas chinas y la NBA perdió a uno de sus mayores mercados internacionales, donde se estima que más de 125 millones de personas practican este deporte.
Ahora, la liga vuelve al escenario asiático con dos partidos de pretemporada entre los Brooklyn Nets y los Phoenix Suns, programados para celebrarse este viernes en el Venetian Arena de Macao, un territorio administrado por China conocido por ser el único punto del país donde los casinos operan legalmente. Las entradas se agotaron en cuestión de horas, un indicio de que el fervor por el baloncesto sigue intacto.
El vicepresidente de la NBA, Mark Tatum, afirmó que la organización sigue comprometida con el principio de libertad de expresión y que las decisiones sobre China se han tomado siguiendo las recomendaciones del Departamento de Estado estadounidense.
La liga, encabezada por el comisionado Adam Silver, había reconocido pérdidas por “varios centenares de millones de dólares” tras el conflicto, pero en 2024 firmó un nuevo acuerdo multimillonario que permitió retomar la organización de partidos de pretemporada en suelo chino.
La relación entre la NBA y China se remonta a 1979, y alcanzó su punto más alto con la irrupción del astro Yao Ming, ocho veces All Star y símbolo de la conexión deportiva entre ambos países. Entre 2004 y 2019 se jugaron 28 encuentros de exhibición en territorio chino, hasta que la tensión política frenó esa cooperación.
El regreso a China representa, más que un simple evento deportivo, una jugada estratégica para reconquistar a millones de aficionados y restablecer la influencia comercial que hizo de la NBA una de las marcas deportivas más poderosas del planeta.