A un mes de que el presidente Luis Arce deje el Gobierno, Bolivia atraviesa una crítica situación económica marcada por la escasez de dólares, que ha complicado la compra de combustibles subsidiados.
A esta dificultad se suma el fracaso de su política de industrialización, una de sus principales promesas cuando asumió en 2020.
El economista Alberto Bonadona advirtió que Arce "ha llevado a Bolivia a las puertas del averno y nos está dejando ahí", y aseguró que la falta de divisas y combustibles no se resolverá hasta mucho después de la segunda vuelta electoral.
Según el experto, uno de los mayores errores del Gobierno, heredado de la gestión de Evo Morales (2006-2019), ha sido no invertir oportunamente en la exploración de gas natural, principal fuente de ingresos del país durante años.
Esta semana, el presidente de la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), Armin Dorgathen, informó que solo se podrá abastecer entre el 70 % y el 80 % del combustible requerido, debido a la falta de divisas para comprar diésel y gasolina.
"No se ha hecho nada en hidrocarburos, tampoco en ningún otro sector que pudo haber sido un reemplazo para la economía como el litio", enfatizó Bonadona.
La industrialización del litio mediante la tecnología de extracción directa (EDL), una de las principales apuestas de Arce, se encuentra paralizada. Los contratos firmados con empresas de China y Rusia están detenidos en el Legislativo por disputas internas dentro del oficialismo y por observaciones a su contenido.
El Gobierno también impulsó una política de «sustitución de importaciones» y la puesta en marcha de proyectos industriales en diversas regiones, que, según Bonadona, «han sido más una medida de prebenda» que una estrategia real de desarrollo. Grandes proyectos como la explotación de hierro, la producción de urea y la industrialización de azúcar presentan resultados «a medias».
Por su parte, el politólogo Franklin Pareja sostuvo que «la gestión por resultados es desastrosa» y que tanto Arce como el periodo del Movimiento al Socialismo (MAS), «del que él es parte indisociable desde 2006», dejan «un país prácticamente en quiebra y desfalcado».