El régimen cubano confirmó este martes el fallecimiento de Ricardo Cabrisas Ruiz, vice primer ministro y uno de los hombres de mayor confianza de la cúpula del Partido Comunista. Cabrisas murió a los 88 años, tras padecer “una penosa enfermedad”, según informó el portal oficial del PCC.
Durante décadas, Cabrisas se consolidó como uno de los principales arquitectos de la política económica internacional de la Isla. Ocupó ministerios vinculados al comercio y la planificación, fue diputado a la Asamblea Nacional y miembro del Comité Central, además de recibir la distinción de Héroe del Trabajo de la República de Cuba.
El gobernante Miguel Díaz-Canel calificó su deceso como “una triste noticia para Cuba” y lo describió como “un hombre ejemplar que dedicó toda su vida a la Revolución”, extendiendo sus condolencias a familiares y allegados.
Más allá de los cargos, Cabrisas fue considerado durante años el “apagafuegos” de la caja externa del país: encabezó negociaciones de deuda y aseguró líneas de crédito con aliados estratégicos como Rusia y China, en momentos críticos para la frágil economía cubana.
Entre sus gestiones más recordadas está el acuerdo alcanzado en 2015 con el Club de París, mediante el cual se condonaron 8.500 millones de dólares de la deuda acumulada desde 1986. Aquel pacto fue visto como un alivio financiero histórico para el Estado cubano.
En 2024, en medio de la crisis de desabastecimiento y apagones, Díaz-Canel lo relevó del Ministerio de Comercio Exterior, aunque lo mantuvo como vice primer ministro, confirmando así el peso político que aún conservaba dentro del gabinete.
Cabrisas también presidió durante años las comisiones intergubernamentales con Moscú y Pekín, donde se anunciaron proyectos estratégicos, desde la operación de la refinería de Boca de Jaruco con capital ruso, hasta programas de inversión y suministro energético.
Nacido en 1937, su trayectoria incluyó más de cuatro décadas en puestos de alto nivel dentro del aparato económico cubano. Su papel fue decisivo en mantener los vínculos financieros del régimen en medio de una crisis considerada por analistas como la más severa desde la caída del bloque soviético.